sábado, 19 de febrero de 2022

 

 

  ODA AL MINISTRO DE ECONOMIA

 

 

Yendo hacia las praderas

crucé una heladería,

los sapos me preguntaban

pero yo, yo, ¿qué sabía?

 

Pegándole a los palotes

miraba yo el alcancía.

¿Habrá muchas monedas?

Qué se yo. ¿Yo qué sabía?

 

Brillaban las estrellas

del claro mediodía.

La luna preguntaba

pero yo ¿ma qué sabía?

 

Es un magnánimo hombre

el ministro de economía.

Se rompe de día y de noche

-y bueno, ¿yo qué sabía?

 

Oyeme mi bienamada

es tu alma de gran osadía;

si nadie escucha tu llanto,

  bueno, ¿ma qué culpa tengo?

 

Hay muchas señoras ilustres

y condes de gran nombradía;

hay muchas famosas princesas

pero yo, ¡yo qué sabía!

 

Tú me preguntas mujer

cuál es la más bella poesía.

Reía y miraba tus ojos...

¿ma qué demonio sabía?

 

Corriendo en los albardones

las ratas de la cofradía;

preguntas qué buscan en ellos:

-No sé, che, no moleste.

 

Estaba escuchando una clase

de la más alta filosofía;

de pronto el profesor truena:

¡Charalambous! -¿Yo? ¿yo qué sabía?

 

Es muy corto el amor

y muy breve la vida.

Te regalo tres subtes

¿No me das un tranvía?

 

En el templo me comí

la sacrosanta sandía.

“Has profanado el vudú”.

¿Yo? ¿Y qué sabía?

 

Es amable y muy cortés

el gran emir de Etiopía.

Me preguntó ¿Abdula ahím?

y yo, pobre, ¿Qué sabía?

 

            .............

 

¿Por qué invaden los burgundios

la Bretaña y Normandía?

¡¿Por qué el rey de Camelot

se ensaña con la satrapía?!

¿Por qué los pueblos del mundo

no tratan de comprenderse

viviendo juntos en paz,

comprensión, y armonía?

¡Elevemos hacia el Sol

nuestras almas arrepentidas,

o caeremos para siempre

lejos de nuestro Mesías!

¿No veis que Satán acecha

por detrás de las cleruquías?

          ¿Eh? ¿eh?

 

 


 

 

EL LAGO EN OTOÑO

 

 

Como alegres colegiales

las hojas de los árboles

se empapan bajo la lluvia

risueñas y mágicas.

 

La primera tarde de abril

vuelan silenciosas a posarse

sobre las aguas límpidas

con su caricia seca.

 

Al nacer las leves ondas

una sutil melodía

de violines de plata

hechiza el espíritu.

 

La plenitud es total ahora;

las hojas secas bajo los pies crujen

y flotan verdes y pálidas

sobre las aguas heladas.

 

Desde las altas copas

mil trinos cristalinos

refrescan dulcemente

los oídos del pastor.

 

A la puesta del sol

en el umbrío lago azul

una feliz melancolía

inunda el bosque.

 

La noche en este lugar

es calma, y en su seno

los sueños fluyen con suavidad.

La mente descansa y vuela.

 

 


 

RECUERDOS DEL MAR

 

        (Fragmentos)


                I

 

El vagabundo de medianoche

 

A altas horas de la noche

rugía el micro en la ruta

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

erraba un terror blanco

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

El campo, en la mañana

estaba verde y amarillo.

 

                II

 

El escondite de Sonia

 

En una playa desierta

visitada por mil pájaros

llegan despacio las olas

a rodar caracoles raros.

 

Entre las rocas añosas

el alto espinillo crece

y tras los médanos, al sol

geranios y juncos duermen.

 

Es un hermoso refugio

contra el vértigo del mar;

insectos de alas de seda

vienen aquí a habitar.

 

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

 

En escalones de espuma

subía el mar ascendente

al verde, azul azabache

vértigo de la rompiente.

 

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

 

Hasta el fin del horizonte

como fantasmas errantes

montañas de agua pasaban

en procesión incesante.

 

Frente a la costa se alzaban

azotadas por el viento

y por fin se derrumbaban

como un telón gigantesco.

 

Cada ola era un enigma

acercándose hacia mí

sobre las aguas marmóreas

en fragoroso desliz.

 

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

 

las barcas familiares,

candiles en noche calma.

 

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

 

Una tarde de noviembre

en mi triste soledad

por un ignoto camino

me alejé de la ciudad.

 

. . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . .

 

El sol bajo de la tarde

sobre los acantilados

daba mil tonalidades

a sus estratos rosados.

 

Entonces, de las cavernas

surgía su infernal canto

como la lúgubre voz

de un mundo prehumano.

 

 

 

 

                         ALTA MAR

 

 

                 a bordo del galeón de su majestad

                 Felipe II de Castilla, “Isabel la Católica”,

                 navegando el Mar del Sur en plena tormenta.

 

 

 

¡Arriad las velas! ¡Izad el foque!

¡Vaciad el lastre por la amurada de babor!

¡A estribor!... ¡Hundid el peñol de la verga

hasta el palo de mesana!...

 

¿Cómo? ¿Qué? ¡Se pincha el alefriz!

¡Las cuerdas de la arboladura se parten como un

   bramante!

¡Os debería zurrar, imbéciles!

¡A los remos, a los remos, al ala del pantoque!

 

Hernando, bergante, dónde vas,

¿No ves esa montaña negra?

¿Y ese abismo, fijaos bien,

que suena como un dique sin fondo?

 

La templanza no deberá faltaros,

ni modestia con que conduciros.

Recordad la máxima del navegante:

“Per cuadraturam mundi superficiem retornavis”.

 

¡Confiad en vuestro adelantado

puesto que, como en un vuelo,

os guiaré a través del azur

a buen puerto en Nueva España!

 

-Gobernado por tan sabio capitán,

nuestro barco avanza raudo con su proa

entre la morsa polar y el pingüino albino.

 

Vientos fuertes nos persiguen con rugidos,

ya una nívea cortina

cubre de miedo el horizonte sur.

 

Eso no cuenta. Por la cruz y la corona,

melancólico naufragio en las regiones del olvido,

¡Entre el mar y las tinieblas de lo desconocido!...

 



 

        SONETO



No siempre estuve lindo

no siempre estuve lindo

no siempre estuve lindo

lo sé.

 

Mi cara denotaba

la luz que me habla herido

la luz, la luz, la luz

del cielo colorido.

 

Y cuando saludaba

las caras de vampiro

marchaba por la senda

¡por la que anduvo Cristo!

 

¡No siempre estuve lindo!

Corred a divulgarlo

al viento marino.

 

Las moscas del verano.

Los médanos de oro

junto al molino.

 

 


                     TESTAMENTO

 

Saint -Bertrand de Comminges, 5 de marzo

del Año de Gracia mil ochocientos uno,

siendo las nueve horas con treinta minutos,

presentes mi gato y mi estufa;

 

Yo, Alberico de Mauleón, de ochenta y ocho años,

en previsión de lo que pudiere ocurrir,

y a fin de que a mis herederos se evite toda molestia,

pongo en orden mis asuntos:

 

Esta tarde me buscan por casa de Fernando.

-Bebé programado, listo para el despegue

-Un litro de agua brillante para el albañil.

 

¡Confesión!... ¡Que me corto las venas con un

   pomelo!

-Olvidé devolver la escoba de pelo de momia

-Hay una firma falsificada en 1716.

 

 

 

   EL CASTILLO ENCANTADO

 

 

Un castillo blanco, con tejados rojos

en la cima de la colina;

se llega a él por un sendero tortuoso

y larguísimo, como en los cuentos.

 

...Es la morada del Príncipe Azul.

También soñó allí, durante mil años

la Bella Durmiente, pero hoy no existe

más que su cama de edredón rosa.

 

Muebles gigantes y anticuados lo decoran

aunque cubiertos de polvo, porque faltan

sus reales habitantes, desde hace tiempo.

 

Cuando las sombras mágicas pueblan

el crepúsculo, el viejo castillo

cierra sus puertas al paso de los siglos.

 

 

 

 

    FIGURA ECUESTRE DE UN GRANDE DE   ESPAÑA

 


Sobre el fino corcel, de lustrosa estampa

bien plantado posa el Conde-duque,

la diestra en alto con bastón de estoque

ordenando carga contra el vil francés.

 

Con mano firme sofrena al bruto

encabritado sobre bella colina;

la bota calza justa el estribo, y la espuela

reluce nítida sobre el cuero pardo.

 

¡Erguido y calmo tal cuadra a un jefe!

El campo funesto de la batalla

tirando al cielo filamentos de humo

 

Se cubre como un lienzo de gloria,

en tanto murmura en su oído el eco del céfiro:

“¡Sé obedecido, sé justo, sé cruel, sé victorioso!”

 

 

 

              LA VIDA OSADA

 

 

Yo vivía en un barrio de Oxford

con relojes, con campanas y con árboles;

por las tardes caminaba a la vera del río

y regresaba cuando sonaba el ángelus.

 

Mi casa tenía un hogar de roble labrado;

era de estilo georgiano; allí nos reuníamos

en intima tertulia, mecidos por violines,

la sociedad más brillante de la época.

 

Titilaban las copas a la luz de las velas;

las sombras ponían dulzura en los escotes;

languidecía la charla como un vago perfume.

 

Los últimos hallazgos científicos causaban

sensación: iris del prisma, galvanismo -también

los senos de Clarisa, palpados bajo la mesa.

 



 

 VIAJABA POR LOS CAMPOS...

 


Viajaba por los campos anochecidos

con el último rayo del sol poniente

colmando el vagón de luz granate.

El pasaje, gente humilde, abstraída

 

O dormida, con viejas gorras de fieltro.

Un rectángulo de claridad oblicua

y móvil ilumina las sienes

a medida que el tren se desplaza

 

Con rebabas canela -yo recuerdo

una fogata en casa de mi abuelo

que ardía en hermosas llamaradas

 

Manteniéndome encantado por horas

como una mujer -y el mundo

tras la ventanilla se tornó irreal.

 

 


 

ALOCUCION DE DON QUIJOTE A SANCHO PANZA EN OCASION Y ANTE EL EFECTO DE UN DIA PRIMAVERAL, JUNTO CON LA RESPUESTA DE ESTE Y LO QUE ACONTECIO DESPUES

 


“Aquesta fermosura,

que al Elíseo diese hartura,

no puede ser tocada.

 

Más bien inmaculada,

cual virgen de los cielos debe venerarse.

Ni aún mirarse,

 

Como no fuese

con ojos entornados y corteses.

Sancho amigo

 

En verdad te digo,

mira dónde caminas,

no sea cosa

 

Deshonres la fermosa

tu alma al fuego eterno condenando.

Siempre y cuando

 

No veas

lo que Dios prohíbe que se mire

ni atisbe

 

En ese manantial

en donde el diablo exhibe el mal

con todo el impudor de un fresco culo,

 

Seguro,

tú serás salvado.

¡Oh conde!

 

Futuro, a esto ¿Qué respondes?”

-Así fablaba a su escudero

el sin par famoso caballero

 

Don Quijote de la Mancha.

Y había vencido, sin revancha,

munchos furiosos gigantes,

 

Tonantes,

feos, bizcos y malvados,

con su invencible brazo.

 

Mas ora

se hallaba ante la caja de Pandora

difícil enigma renuente a comprenderse

 

O a verse

por el calibre de Epicuro,

problema, en efecto, muy escuro.

 

Era la ocasión estrema;

teorema

a resolver por el insigne Sancho

 

Glorioso, muy ancho

bebiendo vino sobre el viejo rucio.

Y así fabló este tunante:

 

“Soy tan sólo el ayudante

de Vuesa Santa Merced.

Si por mí fuera, corred,

 

Refugiaos en el monte

que lo que es yo, aún Caronte

de aquí no me habrá movido.

 

Llovido

que haya, o soleado,

en este fresco vado,

 

Meado que haya

o bebido,

tanto lo mismo da.

 

Tome pues, miseñor don Quijote

el mango por el culote

que yo haré lo que me cuadre”.

 

“Mal padre

-respondió el manchego altivo-

y sobre todo mal hijo,

 

¿Qué palabras proferiste?

¿No viste

aún la cara del demonio?

 

¿Qué coño

quieres que acometa?

Respeta

 

¡Oh nata fría

de la andante escudería!

la Mansión de las Tinieblas”.

 

En la hierba,

mientras tanto, obrose magno prodigio:

bordoneaban cual mosquitos

 

Mil abejorros pardos;

dardos

que picaban en las nalgas

 

En los pechos y en las barbas.

Sangrante

quedó la carne rozagante

 

Y ebrios y felices

Don Quijote y sus narices.

Sancho y su gordura

 

Cometieron mil locuras.

Triunfadora,

la fermosa seductora

 

Montó sobre Rocinante,

quien antes

que avanzar un paso hacia ella ha muerto

 

-Blanco el ojo, frío el belfo-

sin duda de pavura

¡De pie todavía en su armadura!

 

 



                     DESPEDIDA

 

    Adiós, mundo. Cansado ya de vivir

    por una triste confusión irremediablemente

    desnudo, renuncio, abdico cual barco

    elevado en astillero ante el cielo rosado...

 

 

       * 

 

¡Incendio de zafiros!

Corred, bomberos, a apagar el fuego.

 

¡Lluvia de sombreros!

Buenas gentes, aprovisionaos luego.

 

 

 

 

CANCION DEL MENDIGO

 

En el camino embarrado

me tiendo, gustoso

calentando mis nalgas

con un mendrugo de sol.

 

 

 

 

CARTA DE LOS DUENDES A DON JUAN PRESENTANDOLE AL HADA DEL BOSQUE

  


Señor Don Juan:

                         ¿Visteis devero

doncella más preciosa?

¿Más bella mariposa?

¿Cordel que scintillante suene tan fino?...

 

¿No es divino

cómo se mueve?

¿Su risa leve?

 

¿Su porte de reina

sobre un caballo blanco?

 

¿Y no es precisamente hoy

cuando habréis de lamentar vuestra fama?...

 

...............................................................................

 

-¡Oh plumajes de fuego!

Damos cada día nuestra vida

en el escalofrío

de una súbita gota de cristal.

 

 


        SUEÑO AZUL

 

Sueña, hermosa ondina, sueña.

 

-Mil verdes ondas

transparentes, perfumadas

te mecen, flor de lis.

 

Corre, manso río, corre.

 

-Que tu llanto solemne

bajo purpúreas rocas

expire, o suba al iris.

 

Canta, bella noche, canta.

 

-Al filo de los cielos

danza con las estrellas,

o bajo los pinares roba un matiz.

 

 

 

 CANCION DE NOVIEMBRE

 

Hermano sol, bendícenos

hermana luna, alúmbranos

hermano olmo, absuélvenos

hermana noche, ocúltanos.

 

Hermano sol, tus átomos dorados

en la delirante primavera

labran las carnes jocundas

perfumadas, tersas, del cuerpo joven.

 

Hermana luna, tu voz inmaculada

pura como el lirio

rueda en los valles -se viste de azul-

canta en los bosques soñadores.

 

Hermano olmo, tu fría corteza

borracha de bondad

se raja -platino sangrante-

en tiempo del cielo y las esferas.

 

Hermana noche, tu manto oscuro

grato a nuestro corazón

transporta suspiros

en la aterciopelada brisa.

 

Hermano sol, bendícenos

hermana luna, alúmbranos

hermano olmo, absuélvenos

hermana noche, ocúltanos.


 



                         ESTANCIAS A DAFNIS

                               (Basilio y Mevio)

 

 

M:    Dime, Basilio, puesto que la suerte nos reúne

        ¿No probamos la sombra invitadora de esta higuera

        y, a salvo del brillo que dilata el verdor,

        enviamos a Eco el sonoro dulzor del caramillo?

 

B:     Hablaste bien, Mevio; los extremos son pérfidos.

        Voy a quitar mis cabritas del sol; éstas, entretanto,

        gustan retozar al frescor de los arroyuelos.

 

M:    Ven aquí: ¿No ves aquella gruta donde crece el cítiso?

        Allí se han resguardado, sin que las persiga un lobo.

        Olvida, pues, tus cuidados.

 

B:                                              ¿Cómo ha de ser? El río

        en la estación florida, envía con más fuerza

        sus argentadas aguas en busca del mar.

       ¿Por qué no puedo yo enviar mi sangre al mar de

            Amarilis?

 

M:     Olvida ya tus cuidados.

 

B:                                           ¿Cómo ha de ser? El

            abejorro

         vuela de una a otra flor. ¿No he de volar yo de

            Amarilis a Alexis?

 

M:    Toma esta caña bendecida por Pan; procura extraer de

            ella

        una exquisita melodía que acompañe mis versos, o

            bien

        recita tú y yo responderé según me inspiren las musas.

 

B:     El canto alternado place a Apolo; y puesto que no me

            dejáis,

        tormentos, intentaré huir de vosotros, y asístame Talía.

 

M:    Y a mí, vosotras, hijas de Zeus y la casta Mnemósine.

 

B:     A Dafnis canto, aquel cuya memoria guarda el fondo

            de los bosques.

        Ningún nombre es más grato a los dioses desde que

            elevó su voz Dafnis.

 

M:    Como el Noto dispersa las golondrinas

         y deshace el nido, así tú has partido.

 

B:     No ya vendrás solícito portando tibia leche

        de tus amadas cabritas, que llenaban hasta el tope

        dos tarros espumosos; ni eres ya aquel buen Dafnis

            que solía

        sentarse a cantar frente al río, sobre una roca saliente

        mientras las plácidas ondas te oían encantadas.

 

M:    ¡Embelesadas, ay, en su huída!

 

B:                                                   ¡Transparentes,

            purísimas!

 

M:     Las mañanas de estío amabas pasearte entre los trigos

libre de toda ingrata preocupación

bajo la ternura inmensa del cielo.

¿No irías entonces descalzo por los caminos

que más allá de la aldea llevan a las plantaciones

y los cobertizos abarrotados de espigas de maíz?

Entonces deseabas sentir los aromas y palpar la piel

de los diversos frutos existentes; entonces tu asombro

no tenía límites, y tomando un rubio durazno

lo hacías rodar por la pendiente del estómago

como si fuera nieve cayendo de las cumbres;

o jugoso mordías un pétalo de blanca albahaca

cuyo terciopelo competía en suavidad con tu mejilla,

ella misma sonrosada como un fruto, o bien

imitando una planta dormida bajo la lluvia

ingeniosa de los jardines, permanecías inmóvil

hasta que el tímido caracol perdía el miedo

y lento trepaba tu muslo con su casa a cuestas

dejando tras de sí un fino rastro de saliva.

¡Qué feliz eras entonces, bajo el agua irisada!

¡Cómo refrescaba tu cuerpo, desnudo tras los abetos

y las verdes cenefas que visten el linde del bosque

y escondiéndose a cada instante como el hurón!

 

 

 B:     Los dorados crepúsculos te llamaban los mayores:

“¡Eh, niño, a trabajar!” Veías destacarse

 muy lejos, en el puerto, un barco anclado:

 a un muelle de madera sujeto con tres hilos

 (que eso parecían, aunque eran en verdad

 potentes sogas) por donde circulaban diminutos

 marineros, doblada la espalda, cargando canastos

 del tamaño de una nuez entre tus dedos;

 era la vid que llegaba a las ciudades de la montaña,

 oscura carga preñada del vino de todo un año.

 Ya llegaban mulos subiendo dificultosamente

 las escarpadas laderas, entre bosques de olivos

 y antiguas piedras, poniendo amarillo el camino;

 ya aumentaba el retrete y disminuían las cestas;

 ya descendías al fondo junto con otros de tu edad

 que habían llegado desde los lindes de Arcadia.

 Con los pies exprimíais el negro vino de las uvas

 durante días enteros, hasta llenar los toneles de Baco:

 todo era entonces tenderse en el mosto y retozar;

 todo era saltar y caerse y ponerse otra vez de pie

 entre las risas y las cabriolas de los compañeros;

 ¡No terminaban nunca aquellas fiestas, y llegaban más

 y más canastos rebosantes de oscuras vides!...

 

M:    Ahora permaneces solo, yerto entre las sombras.

 

B:     Los días y las noches con su rumor de olas

        y su efímera espuma, te son indiferentes.

 

M:    Tus propios compañeros a quienes amabas

        pueblan tus sueños como fantasmas desconocidos.

 

B:     ¡Pasaron, todos aquellos! Tuvieron tiempo apenas

        para reposar a la sombra de estos robles.

 

M:    Alegres un día, las cigarras enamoradas del verano

dejaron de cantar. Un tenue cefirillo surgido del hueco

milenario de un tronco, vuela por aquí, salta por allá,

siguiendo el camino polvoriento igual a una mariposa

   verde,

les ha impuesto silencio. Ellas piensan que, si no

   hubiese

un motivo de luto, él no les regañaría, y acatan lo

   mandado.

Pliegan sus alas nervadas a lo largo de la frágil espalda

y adhieren a las ramas rugosas como botones

   retoñados:

el claro silvano se ha mudado en solemne santuario.

 

B:     Todo en sueño, todo en calma, alrededor tuyo como

          un ara.

 

M:    El blando quesillo te aguarda tibio

         y el rojo pigargo en la rama posa para ti.

 

B:     Nunca tendrás que lamentarte por la ausencia de la

          cesta

        cargada de dulces frutos, que nuestra predilección te

          ofrece.

 

M:    El árbol débil tras la lluvia y las músicas peñas

        murmuran sin cesar el nombre de Dafnis.

 

B:     El aura trémula y vaga y el majestuoso río

        expanden en silencio el reflejo de Dafnis.

 

M:    Altos cipreses, altos, bajo el cielo embellecido de luz

        como inmensas plumas que ondularan al unísono

        escriben en el ocaso la leyenda de Dafnis.

 




SEMBLANZA DEL GENTILHOMBRE  JEAN FRANÇOIS CEVERT (1861-1906)

 

Negro el frac, negra de humo la galera

del gran salón se escapa.

A su espalda, un viejecito mira como un dios

una rubia grande que no le da ni la hora.

 

El corredor le recibe con fresco aliento de lavandas.

Todavía no ha salido, y ya recuerda con alivio

las brumas, el encierro feroz de las miradas,

el paso aplastante de los cuerpos casquivanos

 

En el aire enrarecido por el deseo, los tintineos,

la música embrutecida aunque misteriosamente

   coherente,

el perfume de los culos, la seda y otros

artículos de lencería, los reflejos charolados,

 

Las pieles de gato, el affaire en la barra,

los rostros nauseabundos como máscaras

bajo relámpagos verdes, la pasta roja espesa

y el rimmel asesino chorreando lágrimas negras.

 

-¡Qué delirio!... Todavía algunos preguntan afuera

si vale la pena entrar. “Sí, jóvenes, entrad,

la flor y nata de París se ha concentrado aquí.

-Estos son los mismos que ayer levantaban polvaredas

 

Bailando a los saltos en la “Maison de l’ Haute

   Campiche”-

entrad, no reparéis en un franco de más o de menos.        

La “niña bonita”, la respetable matrona de Saint-

   Germain

que mira ante sí como la yegua que arrastra su tílburi,

 

Todas están aquí, entre frisos de terciopelo leonado.

Qué, ¿No habían de divertirse?... ¡Y claro, pues!

Adentro, entonces, a pasarla bien.”

-Y se va, legislador frustrado, silbando un aire del

   Danubio Azul.       

                          

 

 

                         DESNUDO FLAMENCO

 

   Ella posa desnuda contra la blanca lluvia de cortinas.

   ¿Quién congeló su trenza opaca? ¿Quién obstinó su culo?

 


 

                 SIGLO DE LAS LUCES


(Llamado por la ciencia)...Uno entra, en edad tierna

vistiendo por primera vez el uniforme;

en silencio atraviesa el umbral, y aquellos

severos muros resuenan con ecos de antaño.

 

¡Qué de solemnes pensamientos al subir, entre el

   bullicio

de los compañeros, la escalera que lleva al claustro!

¡Cómo late el corazón al reconocerse heredero

de los antiguos próceres! ¡Oh júbilo!

 

Y luego, al tropezar con el primer óbice,

cuando crees doblegarte ante el desánimo

¿No sientes el sostén bondadoso de tus mayores

 

Animándote a seguir adelante por el camino del saber?

Anda, pues, no desmayes, que los éxitos todos

"nacen del estudio y disciplina en los años primeros".

 



                     CARDINALES


El dos es un número tonto. Se parece al Citrôen.

Tiene aire de vieja con pañuelo y de jovencita

en vestido con volados. Cuando se persiguen

(doscientos veintidós) parece una bandada de cisnes.

 

(El cero es cielo cerrado: bañera redonda o

gota de sangre donde se precipita la resta

en traje de baño, desde trampolines renglones.

¡Cero es la frontera encantada de los hielos!)

 

...Y luego vienen por su orden: sesenta y nueve

posturas sexy, las maravillas de la antigüedad,

un moño de musgo; el pródigo en espuma rabiosa

 

Sifón, bastonero del infinito aritmético; un curda

en equilibrio; dos al revés, o cinto-serpiente; tres

clave mística, cifra perfecta de la Eternidad.

 


 

        ¡OH CLAUSTRO...!


¡Oh claustro de San Ignacio!

Recuerdo las horas inermes cuando,

fumándonos la clase, subíamos

la escalera que da a la biblioteca,

desde cuya ventana se ve el patio

del convento.

                     Y cómo nos atraía,

en las tardes verdes, la soledad

monacal del lugar, con sus

arcadas, su aljibe colonial y

el hábito del padre jesuita

-áspera prenda, amuleto campesino

que remedaba los monjes ausentes-

colgado en la sacristía...

Un último sol exprimía humedades

anaranjadas sobre el descuidado

frontispicio de altas cornisas,

semejante a un barco abandonado...

 

 

        PENSAMIENTOS DE UN ARBOL


Esos seres cuyos pies con dedos de yemas rosadas

han perdido las raíces, se autoalimentan. Sus vidas

independientes y activas, han de ser preciosísimas...




                        MEMENTO


(Incluso ahora, mientras escribo, las olas rompen

lúgubremente contra los pilotes, en ese túnel

que miré por un minuto bajo el muelle...)

 

 


                 DESEO ORIENTAL

 

  Quisiera que mi vida entera, (poco sentida,

  más fantaseada que vivida) fuera un loto santo

  que flota entre las transparencias...

 


 

         INFANCIA

 

Ayer.

 

(columpios de la tarde roja)

 

Ayer.

 

(corridas tras los sauces azules)

 

Ayer.

 

(charadas en la terraza opalina)

 

Ayer...

 



      KINGSPORT


   Viento dorado.

 

   (sobre tejados antiguos)

 

   Viento dorado.

 

   (hace girar veletas)

 

   Viento dorado.

 

   (llegadas las Pascuas)

 

   Viento dorado...

 



        MAITINES


Música azul.

 

(desprenden las campanas)

 

Música azul.

 

(sobre colinas y valles)

 

Música azul.

 

(al nacer la aurora)

 

Música azul...


 




                                 IDILIOS

 

 


                 LEONORA


Lloran los cirios, el primer violín

derrite en lágrimas al serafín

Oh! murió Leonora;

la dulce, casta, la gentil Leonora

hermosa y dulce como la aurora

ya entonó el canto del cisne.

 

¿Por qué en tan tierna edad

la arrebató la muerte?

¿Qué hado funesto

le dictó tal suerte?

 

Fue quizás que blanca corza

meditando un salto audaz

arrebató a su ama.

 

Fue quizás que el blando céfiro

viéndola tan bella

la convirtió en estrella...

 

Pero cometerías las últimas torpezas

tú, amante helado, tunante sin honor

si no reconocieras que tu tierno amor

llevó a la tumba al ángel.

 

¿Te extrañas? No veo porqué.

Tus burdos besos, tus torpes embelesos

¡hicieron la desgracia de esta joven!

¡oh miseria! ¡Llore el ponto

en mareas de sangre! . . .

 

Ella, la hermosa, tan dulce y gentil

¡No hallaba su igual entre otras mil!

 

Y cuando tú, ilustre animal

aunque fingieses porte militar

y todo el resplandor de los brocados,

te acercaste a su cutis de rosa

¡Ella no te necesitaba!...

 

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

 

Tu hermoso cabello, tus ojos de medianoche

Leonora, en la avenida

de plátanos gigantes -gris pálido ante el cielo-

cuando eras todavía prima de la luna.

 

Nada nos dijimos, era

un vals de delirio entre las brumas

¡Y era un ensueño de los bosques altos,

y era un concierto de dos almas juntas!...

 

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

 

...Leonora, ¿Ya nos dejaste?

Responde, di ¿Al cielo volaste?

 

¡Voy contigo, alma mía,

sí, alma mía, lejos del mundo!

¡Un coro, un peán que calme

el dolor profundo!...

 

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

 

-En alas de murciélagos vampiros,

bajo sombras de negro terciopelo

duerme Leonora.

 

-En un ataúd de ébano

sobre el que la luna llora

duerme el recuerdo de Leonora.





 MESTIZO LOVE SONNET


The moonlight overside castling

for your eyes, mylady, blackmore

than the sky: stars of darkness

in the night of dusty memory.

 

-¡Pero eta mulher faze de tudo!

Eu gosto muito brincar cum você

no maravilhoso jardim lunado

seu corpo preto a meu coracao.

 

-Then, as a knight riding towards

the far Pavilions, I feel unleased

twilight dims, and evening shade.

 

-¡O Paraná do diavo! ¡Isto sí

fica bon! ¡Mininha indomável como

o sol fogoso, lá, no Foz do Iguassú!

 

 

 

  A LA SIGNORINA ANTONELLINA DELLA ROVERE

 

                                    Salerno, octobero 1981.

 

 

Lei dissimulavi fredda

melo io la guardo insistente

fermo, ostinato e prudente

turatto di passione estrema.

 

La porta al naso dispiace

dolce sorridi me doppo

le gente matto videbano

perque non loro capiscono.

 

Fra Roma e Capri le strade

andiabamo fatti uccelli

y valtzere di Mutrevelli

 

Per noi non siabano male.

¡La mia passione inmortale!

¿Quale mangosta volete? Scusate.

 

 

 


                A TIRSI


Esta tarde iremos sobre prados de grama

que ciñen los caminos de libélulas;

llevarás una corona de agua

con gotas de finos estambres

 

Robada por mi mano a la corriente.

-Como en tu pelo y tus ojos brillan

los divinos reflejos del río,

así centellea nuestro gozo.

 

No mucho hablaremos, atentos

al canto del sol en los puentes

y horas de mayo cabe las cotorras.

 

Luego te irás, quedando yo solo,

y entre las cabañas y las sombras del bosque,

el joven lucero de tu inspiración.

 



A AMINTA, QUE POR OFRECER UN ANILLO A SU AMANTE, PRESENTÓ CERRADA LA MANO, INDUCIENDO EN AQUEL SOSPECHA DE OCULTO ALFILER

 

Me asustáis, Aminta, con vuestros bellos ojos;

mas tomaros no puedo la mano que tendéis;

pues enjoyada de agujas la ofrecéis

y me es harto peligroso lo que dais.

 

Con gesto simulado vos cubrís

vilano fino o cactus, lo cual sois

oprobio inconsciente de Antinois

espina deletérea que mentís.

 

Volved la palma al cielo como veis

hacerlo aquellos quienes venerais

cuando a su ruego presto procedéis

 

Mas nuevos insolentes atrapáis,

o hacedme un moño, porque no olvidéis

que amable fuisteis, como recordáis.

 


 

                   SULTANA


Cuando sientas deseos de envolverte en el amor

como en torno a una imagen, espirales de humo

 

La manta que te di extiende bajo tu cuerpo

como un búfalo inmenso, abundante de pelo

 

Y, si así lo deseas, libera tus sentidos

al aire opresor que te quemará la piel

 

Con su aliento de fuego, como un amante.

Corre por tus venas la esencia vívida, el

 

Semen, de mi espíritu ausente por mares

glaciales e ignotos más allá de tu reino.

 

 

 

CONSEJO PARA CABALLEROS ANDANTES


Si llevando en ancas por el bosque una noche

atacan a vuestra dama, dejad que la violen.

 

Así podréis lavar su honor después

más fácilmente, sin la duda de un castigo

 

Prematuro y con la ventaja de conocer

la magnitud de la ofensa por la cual debéis

 

Cobrar desquite (habiendo ella colaborado

en su propia defensa) pues los infames,

 

Si no rendidos, a lo menos muy fatigados,

no opondrán a la fuerte zurra que les diereis.

 

 

 

      CANTA SOLA A AMARILIS

                      serenata


EN DONDE CELEBRA EL COMIENZO DE LA VIDA COMUN CON AMARILIS ANTES DE SOMETERSE A LAS LEYES DE HIMENEO

 

 

Brilla el sol, mientras yo toco el piano;

en la ventana gira esmaltado el cielo azul.

Muero de gozo si me das la mano;

palpita en tu seno un moño de tul.

 

Jardín de esmeralda son tus ojos claros

luciendo risueños todo su verdor;

de rojo terciopelo es tu hermosa mantilla

que manos divinas bordaron con primor.

 

Me place tenerte sentada a mi lado

tus labios sonriendo, perfume de jazmín

que tal me pareces raptada princesa

 

Cantando una vieja canción para mí.

El día está quieto, la brisa serena

           las nubes despuntan el sueño de abril.

 

 


VERSOS A SU  DAMA DE SUEÑOS, A LA MANERA DE RONSARD


¡Ah señora...! Oíd el reclamo

de esta alma que os adora;

rizada a quien la brisa levemente

espuma el cabello impunemente;

sabed que en las tardes doradas

cuando el tilo enlaza la magnolia

y juntos sueñan, ocultos en la umbría

como dos tiernos enamorados,

 

Vuestro blanco torso delicado

como el cisne quisiera contemplar

desnudo, y para nada tocaros.

Esa perfección de una línea

exquisita mirar solamente

y captar una rara música,

luenga y misteriosa como ondas

dulces de divinos balanceos.

 

Tomad mi guante -apoyaos en él-

al cuidado de vos encomiendo.

En él podéis fiaros sin temor

pues carne no es -la mía tiembla-

sino amable cuero, y, doncella,

pasear por los senderos últimos;

recompensada con mi devoción

seréis, y más, perpetua, por mi honor.




             ESQUELA GALANTE

 

Te envío seis gramos de poesía, querida,

para que me recuerdes estas Navidades.

Arboles dindones iluminando el jardín...

y el terciopelo nocturno posado en la nieve.

 

Para cuando crepiten papeles nuevos

y maravillen juguetes brillantes.

Tus labios se abrirán al beso invisible

que aguardas temblando en erubescencias.

  

Oh, sí. Y luego desmayan tus párpados

y cede tu cuello a una languidez dulce.

Intima blancura de cigüeña en los ojos

 

Cándidos, hondas sonrisas, néctar de sueños;

impulso divino -¡alas!- volando a París.

 



JACULATORIA A UNA MUY PULIDA OREJA

 

Carel dorado puso el sol a cincelada curva

en porcelana real de Nápoles blanca. Pliegue

aovado, apenas sonrosado, resbala en venera

suave. Centro rehundido, con interior de "velour".

Lóbulo tierno, carne exquisita perforada

por cruel pinjante (crimen de Cupido mórbido

o don frívolo) basculando su bola de paciencia

donde llamea un rubí, rojo y hialino.

Oración breve y ferviente proferida

a solas puebla con ecos su ámbito grave

y santo, portando mensaje divino. Sombra

marfil, arena y gris se pierde por el cuello.

 



    HECHIZO


Silencio.

 

(se anillan las aguas)

 

Silencio.

 

(se dora la nieve)

 

Silencio.

 

(fascinan ojos verdes)

 

Silencio...

 



                 MADRIGAL

 

        En el árido desierto de mi vida

        hay una sola rosa: eres tú.

 


                                    ***




ROMANCE DEL GAUCHO ANSELMO, APODADO "EL MIRLO"


                I

 

Agüita clara que cae

son las coplas del recuerdo

de un gaucho manso, no lerdo

que rememora el pasao

como el mirlo enamorao

que va entonando un requiebro.

 

Ansí un día, el paisano

que habita la pampa inmensa

sufre una reminiscencia

y ya no puede dudar:

rompe temprano a cantar

añorando la querencia.

 

Canta los tiempos lejanos

cuando su rancho tenía

y los gurises corrían

por los montes y alamedas

y en tuita la estensión fiera

ni un alambrao había.

 

Dice de esa brava edá

en que los cardos, cada año

alcanzaban un tamaño

difícil de precisar:

a veces ya, ni pasar

podía un gaucho a caballo.

 

Había que seguir la huella

porque era muy peligroso

fijensé, tan refaloso

que uno se podía caer:

era cosa de no creer

de peliagudo y rasposo.

 

Eso los días guenos.

¿Y cuando helaba la escarcha

entrada la mañanita?

Se entumecían las tabas

la nariz como gotero

y era un fogón el aliento.

 

Otro día la llanura

se empardaba como herrumbre;

daba una gran pesadumbre

y dolía el corazón

tanto negro nubarrón

lejos del techo y la lumbre.

 

Los recuerdos, son recuerdos

bien lo aclaro a quien me obliga

no me duele la barriga

ni me achico en el chinchón

si acá dentro hay un matón

que se pare y que lo diga.

 

Dejenmé, no me sujeten

ya mesmo lo voy peliando

no más por ver dende cuándo

la vizcacha es ruiseñor;

ni el trompo rueda mejor

lo que él va a salir rodando.

 

Pero esperen, no me apuren

porque hay mucho que contar;

endispués he de arreglar

las cuentas que estén pendientes

y otras cuentas diferentes

San Pedro me ha de ajustar.

 

Todos tenemos pecaos;

quienes mucho y quienes poco;

a veces me pongo loco

y a veces atravesao;

curto el naipe trasnochao

y a la giniebra me aboco.

 

Con treinta y tres en la mano

canto flor y falta envido;

a cualquiera lo convido

si es que me copa la apuesta

y se la ha de llevar puesta

el que sea comedido.

 

Yo al Diablo no me le arrugo

eso para que lo sepan;

y aunque no tuve ocasión

de topármelo de frente

jué sólo por accidente

no haberle mojao la oreja.

 

Si me lo llego a encontrar

de siguro no se escapa;

que se arremangue la capa

y no se haga el remolón.

Grite: "¡Viva la Federaciónl"

o lo dejo hecho una papa.

 

A mi juego me llamaron

dende que train la guitarra;

yo canto como cigarra

y como los grillos canto;

mi vida entera es un llanto

pero el dolor no me amarra.

 

Y atiendan a lo que viene

porque es relación veraz;

al zorzal lo deja atrás

el mirlo con sus primores

de los pájaros cantores

es el que me gusta más.

 

Silba suave, silba bajito

dende el lejano arbolito

y a la hembra alada la encanta

con su voz el pajarito;

ella vuela a hacer su nido

junto a él, y no se espanta.

 

               II

 

Con distiguido respeto

me priesento en el fogón;

que es ésta güena ocasión

pa' templar el instrumento

y con la ayuda 'el viento

viá declarar mi canción.

 

Aquel que tenga pacencia

atienda en lugar de hablar;

oserve con güen mirar

el canto 'e la esperencia

es muy sabio y tiene cencia

el que oye sin molestar.

 

No interrumpir es decente

muy prudente y bien mirao;

es muy desconsiderao

intercetar a la gente

en el momento inminente

en que la cuerda ha sonao.

 

Prieste atención el chimango

y el jilguero en el jaulón;

en su nido el lechuzón

y allá en la rama el chingolo

tuitos oigan de igual modo

esta franca confesión.

 

No esperen coplas alegres

de este gaucho disgraciao

a quien el cielo taimao

ha privao de sus bienes.

Son éstas razones fieles

pa' que se anden con cuidao.

 

Las penas 'e los crestianos

ni empiezan ni tienen fin:

¡Amalaya si supiera

la taba que han de curtir!

Lo mejor, haganmé caso

es acostarse a dormir.

 

Porque tampoco es cuestión

(si lo esplico al que me entienda)

de tomar a la tremenda

cualquier pequeña disgracia:

debe en cualquier circunstancia

el hombre mostrar concencia.

 

Puso Dios tata en el mundo

juez letrao y gaucho rudo;

y aunque éste sea morrudo

es el otro el que dirige.

De ahí el paisano colige

que la ley es un embudo.

 

Lo aplastan al que está abajo

como huevo de avestruz;

ya el pobre no ve ni luz

y se asfixia enteramente

le digo que mesmamente

no llega a decir ni mus.

 

La ley es tela de araña

ande caen los bichos grandes;

los chicos pasan de largo

y van a parar al pozo.

La humedá dispués los mata

y les da eterno reposo.

 

Lo que mata es la humedá

bien me lo dijo mi tía

sobre todo si es de noche

y uno flota en agua fría;

al gaucho lo acaba el juez

con tuita la polecía.

 

Ya voy llegando, ya estoy

listo a largarles el rollo;

y sin dudar voy al meollo

de tuita esta relación

aunque con antelación

aviso que es un embrollo.

 

Yo canto al gaucho argentino

se lo digo a quien me escuche:

más vale que desembuche

tuito de una buena vez;

no sea cosa que dispués

me madrugue algún mapuche.

 

Es el paisano 'e la pampa

un bicho digno de ver:

no parece una mujer

aunque lleva el pelo largo

más bien es sucio, y fierazo

pero se sabe esconder.

 

Pacencia al gaucho le sobra;

no siempre el tiempo lo mata;

a veces se le abatata

el pie metido en la bota;

no es conejo, ni es mascota

y, sobre todo, no es rata.

 

Se pasa horas mirando

la tremenda lontananza:

dende lejos ve una lanza

lo mesmo que un cuerno 'e buey;

en tal caso, en güena ley

se ajusta el cinto en la panza.

 

Pero no piense aparcero

que yo converso de más;

le digo, y ahí nomás

yo relato mi penuria

que es para algunos injuria

y para otros verdá.

 

Antes me tomo un vinito

para aclarar la garganta;

de solo pensar, me espanta

lo que tengo que decir

es penoso de cumplir

el oficio del que canta.

 

Ustedes queden alertas

no se distraigan un punto

porque en este contrapunto

el que no marra no acierta

el que no emboca, no yerra

asigún yo lo trasunto.

 

Vive el gaucho primoroso

con su rancho y su mujer;

es un fenómeno ver

cómo se pasan los días

hasta cualquiera diría

que se casaron ayer.

 

Matea por la mañana

perfetamente sentao;

el poncho, recién lavao

como si juera paloma

la pucha, qué güeno asoma

ese sombrero ladeao.

 

¡Que tuito eso se pierda

por culpa 'e la conscrición!

parece una conjuración

difícil resulta creerlo

mejor que pensar, es verlo

si no cambio de opinión.

 

Yo fui gaucho con hacienda

overa que era un gusto ver;

alazana,  cimarrona,

del color que quiera usté,

mas ahura nada me queda

ni pa' fumar un rapé.

 

¡Malhaya ahijuna gran siete

canejo que lo tiró

la estrella que donde el cielo

me convirtió en resertor!

Más bien jué aquel juez sotreta

que me enroló al batallón.

 

Dende entonces, pena y pena

con mi suerte se anudó

canejo que lo tiró

con una vida tan fiera

disgracias de todas menas

sólo este gaucho sufrió.

 

Que porque uno se entretiene

en chupar caña con pisto

ya lo marcan, está listo

y se empieza la junción:

lo mandan al paredón

amarrao como a un Cristo.

 

Con otros en la voltiada

caí; en una carreta

juntos nos mesturaron

tocándonos codo a codo

chumbiándonos de mal modo

allí nos encajetaron.

 

A la frontera derecho

y sin demora salimos

tuito lo nuestro perdimos

hacienda, rancho, avíos

a mi china no la vi

ni a mis gurises queridos.

 

En brazos de otro estarás

prienda que me robaron;

no culpo más que al destino

o a los vientos que soplaron;

solos irán mis pichones

y entuavía no emplumaron.

 

Tengo tantas afliciones

que no alcanzo a despachar;

se me entreveran los versos

y ya no doy pie con bola

parezco una pirinola

girando, qué jorobar.

 

La vida en la frontera

como vinagre es amarga

tuitos llevan cara larga

a ninguno se le alegra

como si viese a la suegra

y la miseria lo embarga.

 

El fortín es pa'l chumbiao

lo que la bombilla al mate;

no te olvides, y acordate

de esta verdá que te aclaro:

no vaya a ser que un pescao

te ma nde "¡firme!" o "calláte".

 

Ansí no más que amanece

hay que estar en formación

prieparao como un lión

para peliarlo nl indino.

(Ni aunque jueras adivlno

vas a encontrar un jabón.)

 

Y no te vayas a creer

que es tiro fácil el indio

taimao como el quirquincho

como el avestruz de juerte

todavía tenés suerte

si del malón salís vivo.

 

Güeno, como les digo,

salvación yo no tenía:

siempre lo mesma rutina

más fulera que un entierro

dos años en ese encierro

me dejaron en la ruina.

 

Serví en el "Vigilancia"

dispués en el "Tres de Fierro"

más tarde en el "General Pico"

y en el "Cabo Ballesteros"

hasta que al fin reserté

y me escapé de ese infierno.

 

¡Qué andar haciendo, aparcero

entre esos fieros crestianos!

Me jui nomás por los llanos

al despuntar el lucero

hiciendomé mandadero

y en realidá renegao.

 

A los toldos jui derecho

pa' refalar la partida,

que un criollo salva Ia vida

entregándose al infiel;

es esto duro de creer

no se ve todos los días.

 

Ansina jué sin embargo

y el riesgo no me asustó:

"mari-mari, peñí huinca"

me decía algún indino

"peñí pampa, mari-mari "

saludaba siempre yo.

 

Estos salvajes dormían

con la panza dada güelta;

la mente, medio dispierta

oyendo girar el sol,

colgaos como un farol

ansí pasaban la siesta.

 

Se apriestaban al malón

untándose grasa e' vaca;

la pampa entera apestaba

con un olor muy fulero

como el zorrino almizclero

cuando abandona la cloaca.

 

Las cautivas las ataban

donde pastan los matungos;

¡Virgen Santa! las molían

con unos garrotes lungos;

velay -pensaba- trompetas

debieran estar dijuntos.

 

Ni descanso ni piedá

con las pobres infelices;

cargaban con sus gurises

como un fardo en el disierto

algunos se caían muertos

ya eran sólo bultos grises.

 

En realidá de verdá

que era bastante miseria;

pensé fugarme por fin

y andaba espiando ocasión

de hacérmeles cimarrón

aunque me vigilasen mil.

 

De un tal Ñancul me hice amigo

mozo franco y decidor;

güen jinete y trenzador

una luz pa' la boliada;

en esa brava parada

jué más útil que un dotor.

 

Me consiguió un güen rigólver

y un piquete de cartuchos;

por poco menos que un pucho

un facón de doble filo

igual al que usó Cirilo

pa' despanzurrar a muchos.

 

Con esto me determino

en Cristo tengo esperanza

mi vida está en la balanza

mas no pienso recular;

y ansí yo elijo la noche

para mandarme mudar.

 

A una cautiva llevé

me apiadé de su dolor

la pobre de mal en peor

penaba en ese desierto

dende que a su hijito yerto

bajo una cruz lo enterró.

 

Con sigilo escabullimos

mientras los pampas dormían

en pedo estaba el vigía

y no nos vido salir;

refalamos sin sentir

la maldita toldería.

 

Montamos como pudimos

en unos fletes prestaos

andábamos acollaraos

sin encontrar el apero

le digo que mesmamente

parecíamos mamaos.

 

¡Qué noche! ¡Viera, amigazol

Rodamos en una zanja

más honda que remolino

desos que tragan los patos.

La escuridá era tan juerte

que nos tenía asustaos.

 

A mí me salen las coplas

como liebre 'el pajonal;

A naides temo en el canto

y en la rima no me atajo

pero esa noche ¡Badajol

me encomendé a los santos.

 

Aunque soy gaucho matrero

presencié fieras batallas

las vide de todas layas

y no le arriendo el recuerdo

lo que es esa noche, amigo

se meaba hasta el más cuerdo.

 

En eso se apareció un indio

emplumao como tero

por poco me desespero

y dejo caer el barbijo;

si se me escapa, defijo

me mata ese carnicero.

 

"Malhaya indio sotreta

de la loma del sorete

a la culebra tu geta

mucho veo se parece

mas no ha de durar en su eje

lo que un tiro de escopeta."

 

Ansí diciendo solté

la carga de mi trabuco

no digo con güena intención

aunque, eso sí, de frente

con el indio soy valiente

lo pelié en Pernambuco.

 

Al suelo se jué el ladino

pa' nunca más levantarse

que no es cosa de olvidarse

nuestra humana condición.

En cuanto toca el rondón

a Dios hay que encomendarse.

 

Era el hijo del cacique

que nos quiso ventajiar;

atrás llegaban otros

dando voces como diablos;

alguno se despertó

y nos bombió el asao.

 

Como avispas coloradas

que les pegan la colmena

con un palo, ansí salieron

corridos los indios;

al potro del pampa salté

llevando de la rienda el mío.

 

Como galgos ligeritos

galopiaban nuestros pingos,

no nos podían alcanzar;

atrás los fuimos dejando

y sus voces acallando

hasta que al fin los perdimos.

 

Cinco días caminamos

y al sexto, vide una estancia

después de tan larga errancia

allí dejé a la mujer

terminó su padecer

lo que dimos a Dios gracias.

 

Yo seguí hasta mi querencia

al cabo de tantos años

de tormentos y de daños

más allá de la frontera;

y solo hallé la tapera

para mi consuelo huraño.

 

...........................................................

...........................................................

 

Triste es la vida del gaucho

solitario como cuis;

en la primera ocasión

se lo comen los caranchos

si no se escapa del rancho

y al punto se hace perdiz.

............................................................

 

Mis hijos y mi mujer

a los vientos dispersaos;

mis arreos y ganao

allá los malvendió el juez;

para acabar de una vez

ni las pilchas me han quedao.

 

Errante voy por el pago

prieguntando a los paisanos

si han visto mis muchachos;

me han dicho que estaba prieso

el mayor, y que el menor

de pión se había conchabado.

 

Yo estoy viejo, bien curtido

y medio aindiao por más señas;

inoro si mi mesma sangre

me ha de desconocer;

pero el gaucho... esto es sabido

nació para padecer.

 

 

             III

 

Payada con el moreno

 

"Decime negro ladino

si a tu caletre se alcanza

cuál es el bicho que vuela

y se arrastra con la panza".

 

Ansina prieguntó Anselmo

y el moreno respondió:

 

"Con distinguida licencia

viá invocar mi entendimiento

si tengo discernimiento

risponderé con confianza:

el bicho tal es lo oruga

cuando se la echa a patadas".

 

Enseguida prieguntó el negro:

 

"El gaucho tiene la pampa

el horizonte el ombú

avena tiene el caballo

bigotes el micifús;

 

Yo soy sólo un pobre negro

y es muy grande mi inorancia

las cuerdas 'e la vigüela

son mi única instrucción

por eso pido perdón

por mi pregunta tan rancia,

 

Pero quisiera, aparcero,

si su cencia tiene luz,

que ilustrarme se sirviera

por dónde mea el ñandú".

 

Habló el negro, y silencio

se hizo en la amplia riunión.

El gaucho Anselmo, apodao "el mirlo",

echó mano a su facón.

 

"Ah negro, me parecía

que no eras un payador lial:

¿por dónde querés que mee,

si no sabe ni mamar?

Aquel que a mamar no apriende

tampoco puede orinar".

 

Ansina dijo, y el negro

bien que con honda aflición

reconoció su redota

con hidalguía y valor:

 

"Veo hermano que usté sabe

los recodos 'e las cencias;

lo digo por esperencia

y no le guardo rencor;

me voy con juerte dolor

a buscar otra querencia."

 

El gaucho Anselmo, a su vez,

le hizo clara reverencia:

"Andá tranquilo moreno

si en algo puedo servirte

podés nomás demandar

que no voy a sacudirte".

 

Se dieron la mano y partió;

Anselmo también salió

con sus hijos, a los cuales

diez años hace no vía.

 

             IV

 

A la vera del arroyo

los muchachos se sentaron

y el padre, con paso tardo

ató el pingo a la sombrita

al caer la tardecita

los parientes se juntaron.

Y ansina habló Anselmo

a sus dos hijos varones:

 

"La tierra que da la vida

nos sostiene y alimenta;

ella sabe, y no lo cuenta

quién es bueno y quién es malo;

aunque lo caguen a palos

al hombre, que es un primor

para mejor o peor

no progresa, ni escarmienta.

 

Siempre ha de ser animal

que trisca y que desabrocha

nunca ha de ver la bocha

arrimada en el bochín;

y aunque pruebe muchos tiros

y se jacte de ser ducho

al Diablo no cuesta mucho

desarmarle el balancín.

 

Por eso, anden con tiento

no es ventaja el apurarse

ni el continuo santiguarse

al gaucho sirve de mucho;

que si está viejo machucho

ya no hay santo que interceda

y si es mozo, no hay vereda

que la siga sin desviarse.

 

Desviados vamos al hoyo;

desviados nos enamoramos;

todos nacemos desviados

y desviados nos criamos;

ansí no quieran ustedes

ser más derechos que chuza

ni con ojos de lechuza

miren a quienes pecamos.

 

Que todos somos igual

indios y paisanaje

animalitos de Dios

bajo este cielo de viaje;

ni tenemos equipaje

más que el que Dios nos dio

cuando madre nos parió:

la viveza y el coraje.

 

Y ansí les digo muchachos

solo tesoro es el pulso;

el hombre, si tiene impulso

vale más que el que oro tiene;

pero aunque a veces conviene

engordar la faltriquera

y apostar en la cuadrera

vida y blanca no compulso."

 

Ansina hablaba Anselmo

y los muchachos lo oían:

sabias palabras caían

en su caletre despierto

como en el seno del huerto

un rociado de semillas

que maduran, y germinan

y perfuman y suspiran.

 

Lo que tata nos enseña

nunca conviene olvidarse

ni dudar; acomodarse

al modo cuesta muy poco

si uno no es terco ni loco;

y es mejor decir que hablar

mejor ser güeno que sabio:

aprendanló de estos labios.

 

El gaucho que está cantando

es de ustedes un compadre;

digo, y a quien le cuadre

el consejo que yo doy

óigalo como si dende hoy

suya juese mi palabra

aunque la tierra se abra

siempre retoña la flor.

 

Aprienda de mí el que guste

y el que no guste, no aprienda

que a todos nos da la rienda

tendida y larga el Criador

pa' que corramos mejor

en esta dura contienda.

 

Nunca se fíen del mundo

nunca miren la apariencia

sólo: atiendan a la esperiencia

de este gaucho machacoso

aunque resulte latoso

y se me espante la audiencia.

 

No andés metiendo barullo

no gastés saliva al cuete

hacé las que hace el chajá

que no la va de alcahuete

si encuentra alguna pendencia

ni se encoje ni se mete.

 

Y que menos se te ocurra

ir a ladrarle al león;

ahorrate del papelón

no retés la suerte ansina

ni el más fuerte se acoquina

lo que el débil se animó.

 

Solo nací, solo muero;

por nada me desespero;

y si conozco las mañas

del destino, y su saña

yo opongo un pecho animoso

a lo que viene del cielo.

 

Que no se sabe de cierto

de ánde salen los hijos

y en mi inorancia colijo

que es todo un enorme entuerto;

más vale caerse muerto

que entrar en ese amasijo.

 

Y no se olviden, muchachos,

del consejo que les dí;

no anden dispués por ahí

llorando por su compadre

ya no tiene quién le ladre

ni quien le preste un jusil.

 

Ansina le toca al gaucho

en esta pampa ladina:

nace ombú, muere encina

sin que le enciendan candil;

lo mesmo les pasa a mil

¡Jué pucha, suerte indina!

 

Pero me voy despidiendo

diciéndoles iHasta la vista!

si prolongo endecha lista

ya es mucha conversación

queden con mi bendición

y Dios tata los asista.

 

Que si fui mal consejero

y mis versos no rimaron

la vigüela me lo enseñe

y los santos me lo amparen;

yo canté como he sentido

para aliviar mis penares.


 

                                        ***

 


                           GOTAS DE MAGIA

 

 

 

 

                        CUADROS PORTEÑOS

 

                           I

 

              POBRE MORALES

 

Hace frío en el cuarto, los geranios

arañan el vidrio sacudidos por el viento;

un sol anémico entra por la ventana

calentando apenas los huesos del viejo.

 

Su fémur, en la estrechez de los muros

es inmenso: osificaciones extravagantes

dan a sus vértebras aspecto de clavijas

y el conjunto se parece a un contrabajo.

 

Pobre anciano, sique regando tus macetas;

el próximo invierno estarás bajo tierra.

Entonces, yo franquearé la puerta endeble

 

Haciendo crujir el seco entarimado:

del grifo delgado sacando un chorro débil

con el que a muchos viajes mojar la tierra árida.

 

 

 

                                   II

 

La claridad desciende sobre el bebedero

desde una estrecha ventana gótica

despertando las vidas del mármol

a la convergencia vertical y armónica

hacia la plenitud radiante de la taza

cuyo borde se transforma en un anillo de luz.

 

 

 

                                    III

 

                           CORAZON

 

Hay un motor V8 toscamente

colgado de un gancho

pendiente de una cadena

en el patio del mecánico

mostrando su entraña

sobre un barril

bajo tres postes.

 

 

 

                                 IV

 

                DIA DE LA TRADICIÓN

 

Viene al paso por avenida Independencia

una tropa engalanada: gauchos de negro,

con sombrero español y chaleco ajustado,

montando oscuros potros enjaezados.

 

-Han cortado el tránsito para el desfile.

Gracias a ello oigo al pasar frente a mi

el son de los cascos sobre el asfalto

repicando como castañuelas de plata.

 

 

 

                               V

 

                            VIGILIA

 

......................................................................

...En el almacén duermen seis centavos. ...

......................................................................

(¿Dónde fue a parar el tanque de petróleo?)

 

 

 

                                 VI

 

                LEGADO DE SOLTERONA

 

Bahut doble "bombé" custodiando intimidades

vences los siglos escueto de guirnaldas

rico en secretos de amor; a tí confío

mis versos como albacea para que los guardes

intactos entre perfume añejo y fotos indiscretas.

 

 

 

                                  VII

 

Eres una ¿violinista?

¿Persiguen tus dedos sones rosados por las cuerdas

   de tripa?

Cuando te veo cargando tu estuche de cuero

   repujado

a la salida del conservatorio, pareces médica

   de visita.

¡Acúname con tu melodía para que descanse

   la fiera!

 

 

 

                                VIII

 

                    LA LUNA HUNDIDA...

 

La luna hundida en cada falange

sale a medianoche, mientras el propietario

duerme; son diez lunas en los dedos

brillando en la habitación a oscuras;

ah todas las fases del creciente

sucediéndose de uno a otro meñique;

ah los cráteres grises y los mares plateados

dibujando el rostro sidéreo y silente.

Dama de la Noche, en tus cielos de uñas

imperas sobre valles de cutículas.

 

                                 IX

 

En esta hora triste, en este barrio feo

¡Qué buenos culos se ven en la verdulería!

 

 

 

                                  X

 

Contra el cielo de oro

al final de la avenida

límpidas las agujas

apuntan a Dios.

 

 

 


                                    EPISTOLAS

 

 

 

                                  XI

                         

                        A LOS MACABEOS

 

¿Porqué os matáis así, oh hermanos macabeos?

¿Teméis acaso que os olvide la Biblia?

 

 

 

                                     XII

 

ANTE UNA RELIQUIA PROCEDENTE DE AVIGNON

 

De aquel prelado de Francia nacido en el delfinado,

        Hijo de reyes, aspirante a Papa

Un par de sandalias secas y una sotana han quedado.

        -Se dice que lo fusilaron, en la vieja trapa

La víspera de la coronación y nadie ha protestado.

 

 

 

                                 XIII

  

                 A UNA ESCLAVA DEL NILO

 

   Numeroso es tu culo en el desierto ¡Oh virgen!

   recostada entre la arena y las estrellas...

 

 

 

                               XIV

 

       A LOS POBLADORES DE SAN MARINO

 

              Felices vosotros, que vivís

              en el reino azul de San Marino.

 

 

 

                               XV

 

EN EL SEPELIO DEL REV. PADRE MATHEOS SOFRONAS

 

 

¡Entre nubes de incienso

ascienden los aleluyas!

¡Hosanna en las alturas!...

 

"¡Kirieleison, kirieleison, kirieleison,

dóxa si Jristé o Theós imón

ke eblóguison

tin klironomían su!"

 

¡El cielo reciba tu alma,

piadoso padre Matheo!...

 

 

 

                                XVI

 

                    A LOS SADUCEOS

 

 

¡Cobardes! ¡Necios! ¡Locos! ¡Malvados!

¡Descendientes de la raza simia!

 

 

 

                               XVII

 

           ELOGIO DE LA AGRICULTURA

 

En el largo canal

se reflejan

el ciruelo

el manzano

el limonero

y otras monstruosidades

indeterminadas.

 

Inagotable generosidad

del agro:

¿Qué no te debemos?




                                  XVIII

 

                   AL DURMIENTE DE EFESO

 

           Duerme, bajo un túmulo de mármol

           donde yace la esfinge de mar...

 

 

 

                        XIX

 

                A SAN BELTRAN

                    (oración)

 

Sanctus Bertrandus enim linquet

apud ille cum daemonio

non tantum lacedemonio

sed etiam alicujum mavult

gloriam tibi

patientiam mihi

in nomini sancti, praesternunquam.

 

 

 

                                 XX

 

A UNA MUJER LLEVANDO UN ANFORA SOBRE LA CABEZA

 

¡Oh beldad del ánfora

torneada en el Vesubio

por gravas lascivas

y viento enamorado!

 

¡Oh enebro sutil!

¡Oh vaso armónico!

Desde tu perfección bien puedes

darnos a beber el olvido en las ondas.

 

 

                                 XXI

 

               A UN CIPRES FRUNCIDISIMO

 

            Necio guardadamas del prado intonso,

            triste acobardado viejo ¡Estírate!

 

 

 

                                 XXII

 

              A NAPOLEON BONAPARTE

 

            ¡Salud! ¡Suma y esfera de Francia!

            ¡Emperador apoteótico! ¡Pelotúmetro!

 

 

                 

 

                            RIMAS

 

                 XXIII

 

Tus ojos son dos rubíes

te amo más que un mendigo

por eso yo te inquiero, mujer:

¿Querés andar conmigo?

 

 

 

                 XXIV

 

Te amo con todas mis fuerzas

recorro por ti los valles calchaquís

y a cada quien encuentro le digo

   que te quiero.

Y vos, ¿Qué decís?

 

 

 

                  XXV

 

Arde fuego en mis entrañas

cuando tu cuerpo felino veo

y unir mi sedienta boca

a tus labios glotones quiero.

Por eso vas a tener que poner el lomo.

 

 

 

                 XXVI

 

En el cielo las estrellas

en el campo las espinas

y en el medio de mi pecho

el esternón.

 

 

 

                 XXVII

 

EL AMANTE REZONGON

 

¿Porqué no me querés?

               ¿Eh?

¿Porqué no me querés?

               ¿Eh?

Si yo te quiero

               ¿Eh?

Dale, ¿Porqué, che?

      ¿Eh, porqué?

Dale, ¿Porqué no me querés?

               ¿¿Eh??

 

 

 

        XXVIII

 

PAJARO MARINO

 

Traen vellotas para tí,

pájaro marino.

 

No te burles de mí

pájaro marino.

 

¿Quién anda ahí?

pájaro marino.

 

De colores mil

pájaro marino.

 

            coro

 

    ¡Arriba la espuma!

 

 

 

 

              XXIX

 

ODE POUR LA FRANCE

 

A l' écume de la mer

elle dort.

C' est Roquefort!

 

O belle chartreuse

au bord de la Meuse

oú tu fais la geuse

au fond du canon!

 

O fille charmante

gateau bondissante

prunelle sanglante

au frisson des vols!

 

Mets ta robe en fraise

fais ton gout á t' aise

si l'on veut me baises

et prends le chiffon!

 

S' il t' arrive vive

et s' il te plait, dive

achéte une pensive

et merde á De Gaulle!

 

A l' écume de la mer

elle dort.

C' est Roquefort!

 

 

 

          XXX

 

   AQUILES ANIQUILADO

 

Aquiles aniquila.

-¿Qué aniquila Aquiles?

-Lo que Aquiles aniquiló.

 

-¡Oh! Si tuviese tantas anquilosidades

como el quelonio alquila

sin duda aniquilaría las iniquidades del

   Aquilón.

 

 

 

         XXXI

 

Un espejo ovoide

refleja al androide

-milagro del alcaloide-

sobre una cama romboide.

 

Sus piernas son la tropoide

su espalda anelitroide

su mente es ya paranoide

su glándula no es tiroide.

 

¡Oh techo paraboloide

en un castillo fungoide

bajo un cielo elipsoide!

 

Respeta la sinusoide

y la divina helicoide

del noble espermatozoide.

 

 

 

                 XXXII

 

               TUMULO

 

Crisantemo Crisóstomo Cromwell

creció criminalmente: creerías

crítico crisol crinábalo;

crudo crepúsculo acredita.

 

¿Cromático cronometra cruces

cretino crapuloso Creso?

Creta cribó crasamente

croto crespísimo Cristo.

 

Croniamantal crac crepitante

crema creó crocantita:

anacrónico Krakatoa crujiente.

 

Criquet cruzó crustáceo

crispados acres creosota

crespón croado aristócrata.

 

 

 

 

           XXXIII

 

            GLAP

          (drama)

 

El Flako: -¡Ola, pequeño ser! ¿Kó tal? ¿Kómo te va?

Yo: -Estoy armando un chorlito.

......................................................................................

 

El Flako: -¿Y de kó kolor lo vas a pintar?

Yo: -...marrón y gris.

......................................................................................

 

El Flako:-¡Chau, ko te garúe finito!

 

 

           XXXIV

 

Un miércoles de junio

yo te encontraré, como solía

en la esquina rosada del colegio

bella como un plenilunio.

 

 

                                         ***





                           PROSAS TEMPRANAS

 

                                        XXXV

 

LA ESPANTOSA Y NO POCO SORPRENDENTE EXPEDICIÓN DEL CAPITAN MIKKELSEN

  (Extraído de las Memorias del Capitán Ejnar Mikkelsen)

 

Introducción del autor


   Debíamos llegar al polo Norte. De le última expedición , ai mando del Capitán Jonas Mikkelsen , se había perdido toda noticia desde el 11 de julio de 1970 ,en que se informaba del fracaso de la misión de encontrar los manuscritos esquimales del siglo II, que contenían informaciones sobre el yeti y el abominable tejón de las nieves. Desde ese día se perdió todo contacto y ya a mediados de Agosto de 1974, se decidió dar por desaparecidos al Capitán Jonas Mikkelsen y sus acompañantes.
 Así es que el Instituto Polar de Investigaciones de Gelidolandia (con apoyo instrumental de la C.I.A, y la A.E.I., por supuesto) encargó al Capitán Ejnar Mikkelsen que formara una expedición para encontrar los manuscritos esquimales y las valiosas anotaciones científicas del Capitán Jonas Mikkelsen. Con ayuda del Director del Instituto conseguimos el equipo necesario y el día 26 de Septiembre la expedición (de la que no pude formar parte por habérseme roto un zapato, por lo que debí conformarme con despedir desde el puerto a mis compañeros y desearles suerte) estaba lista.
  Cinco valientes y aguerridos lobos de mar habían de sortear peligros hasta llegar al Polo y rescatar los valiosos manuscritos. Al comando de la Expedición estaba el Capitán Mikkelsen, a quien cariñosamente todos llamaban El Capitán Mikkelsen, por supuesto. Su segundo era el teniente Sir Edward Capitan Mikkelsen, pero todos le decíamos Capitán Mikkelsen a secas, en razón de la camaradería que se había formado.
  Integraban la expedición dos hermanos gemelos: Cap y Tan Mikkelsen, quienes eran tan inidentificables que para llamar a cualquiera de ellos lo más prudente para evitar equivocaciones era invocar ambos nombres, así es que a ambos los apelábamos por igual Capytán Mikkelsen. Completaba el grupo un veterano, Mike Zarlenga, quien en sus muchos años de guerra se había ganado el extraño apodo de "Capitán Mikkelsen", por el que, por supuesto, todos lo llamaban. Con esto quedan presentados nuestros héroes.
   Bien, luego de esta introducción, y sin más, paso a transcribir el diario del Capitán Mikkelsen.

 

Diario del Capitán Mikkelsen

 

26 de setiembre.

  Salimos con gran ánimo de Puerto Motelele. Los vientos nos han sido favorables todo el día. Miramos el futuro con confianza. "Capitán Mikkelsen" colgó una bandera gris en el palo mayor del "Capitán Mikkelsen", que ahora parece un buque mercante libanés. Todos estamos muy contentos y felices.

 

Del 27 de setiembre al 6 de noviembre.

  Seguimos navegando.

 

7 de noviembre.

  Hoy los vientos fueron buenos y no hemos tenido tropiezos de ningún tipo por lo que seguimos navegando.

 

8, 9 y 10 de noviembre.

  En estos días sin mayores ulterioridades hemos seguido navegando.

 

11 de noviembre.

  Navegamos también. Por la tarde nos rodearon los hielos y debimos luchar afanosamente sin por ello poder librarnos en toda la noche. Temo que tengamos que abandonar el barco.

 

12 de noviembre.

  En efecto, hoy abandonamos el barco y seguimos víaje en nuestros trineos. Yo iba adelante en mi trineo y luego venían: Capitán Mikkelsen, Cap y Tan Mikkelsen y "Capitán Mikkelsen", en ese orden. Al voltear el último recodo para internarnos en el continente, paramos e hicimos un saludo final al "Capitán Mikkelsen", que dejamos anclado en la bahía hasta nuestra vuelta en primavera. Ahora nos esperaba un crudo invierno.
Anduvimos por dos horas, y cuando íbamos a acampar, un grito me sobresaltó.
-¡Capitán Mikkelsen!- me gritó Capytán Mikkelsen-

 

                                 (Inconcluso)

 

 

 

                                         XXXVI

 

                ¿DESCIENDE EL HOMBRE DEL MONO?

                ¿¡¡DESCIENDE EL MONO DEL ARBOL?!!!!

 

 

   Mucho se ha discutido acerca de la famosa teoría de Darwin, y muchos intentaron refutarla. Pero ahora yo, James Anthony Chamberlain, tras muchos años de investigación, he probado la veracidad de esta teoría, y complementado hasta llevarla a la perfección total.
  Sí, amigos, no solo comprobé que el hombre desciende del mono, sino que me atrevo a asegurar que el mono desciende del árbol.
 ¡Ah! Seguramente os habéis maravillado y estaréis ávidos de pruebas. Pues bien, ¿pruebas queréis? Pruebas tendréis.
 Abrid los ojos, pues ahí va, para el mundo, la genial demostración gráfica de estas verdades insoslayables.


NOTA DEL EDITOR: En el original  sigue un dibujo de un mono saltando al suelo desde una rama, con la leyenda El mono desciende del árbol, y otro dibujo de un hombre cayendo al piso desde los brazos de un mono, con la leyenda El hombre desciende del mono. 


                                      Epílogo

Al llegar a esta ansiada conclusión, completamente exhausto abandoné mi laboratorio, donde durante años llevé a cabo mis experimentos. Había trabajado toda la noche y salí rendido pero feliz.
  Me encaramé a una roca y vi la salida del sol. La aurora boreal reflejaba las mil tonalidades del alba, y, en ese momento, comprendí todos los fenómenos internos del hombre, y su armonía con los espíritus de la naturaleza; las nubes, en el horizonte, formaban un manto de púrpura que flotaba hasta las estrellas...

 


                                          XXXVII

 

                                  LOS DIAS DE MAYO

                                    (evocación)

 

                                           I

 

  Los acontecimientos se habían precipitado a partir de la noche del 22, cuando los patriotas, reunidos en la jabonería de Vieytes, hacían ostensible su repudio por los acontecimientos de la jornada, avivando la chispa de ia conspiración. ¡Era inadmisible! El obispo Luén, amparado en los derechos del cabildo abierto, había dicho: Mientras haya un español en América debe gobernar. ¡Como si un palurdo pudiese imponer a la distinguida sociedad criolla! La respuesta de Castelli no se hizo esperar: América no pertenece a los españoles, sino a la Corona; desaparecida ésta, la soberanía vuelve a los americanos. Una aclamación general coronó la frase, e inmediatamente se procedió a votar. ¡Los patriotas habían triunfado! El virrey abdicaba en favor de una junta provisional.
   La sala mayor del Cabildo se colmó por los Vecinos (de los que tenían derecho a votar no faltó ninguno: eran doscientos cincuenta) mientras en recinto aparte se barajaban los nombres ilustres sobre tapete de felpa. El frío empujaba adentro a los curiosos.  Los sillones no siendo bastantes a contener el gentío, fueron corridos. El piso estaba tan encerado que era casi imposible permanecer de pie. En medio de una gran expectativa fueron apareciendo de a uno los integrantes de la audiencia, en hábito de hipocresía precedidos por el notario. La nueva junta es proclamada solemnemente: ¡Su presidente es Cisneros! El bochorno no conoce límites: desde su palco elevado el virrey ve un recinto desbordante de cabezas redondas como una caja de frutas: oscuras y lustrosas como manzanas, ásperas como castañas, rugosas como nueces, discutiendo con gestos encontrados y disímiles. Alguien lo conduce fuera sustrayéndolo al caos desatado en una gigantesca asamblea donde nadie se detiene a escuchar razones; imposible de contener, el ímpetu revolucionario gana las calles oscuras perdiéndose bajo las arcadas del Buenos Aires colonial.
  Unos persiguen la sombra de los últimos paseantes hasta la orilla del río, otros se miran solos de pronto en una calle mágica, iluminados por un verde farol. La noche los lleva a todos, el silencio, el aroma de la noche. Alguien espía por el visillo la casa de la Virreina Vieja, hacia un interior de gloria decrépita: desconchada la luna de los espejos, borrosos los tapices y rancios los vinos... La Virreina Vieja no se deja ver, no sale desde las invasiones. Teje que teje en soledad, alumbrada por un dudoso candil de pálidos reflejos... en el desván, todavía, la casaca roja de un oficial inglés de quien se había enamorado cubre un esqueleto envuelto en telarañas. Y por el empedrado húmedo que cubren hojas secas, en puntas de pie -como sobre un piano- camina un gato, y junto a las fachadas bajas en la última hora del sueño pasa el sereno apagando las llamas de las candelas.

 

                                           II

 

  La mañana del 25 amanece lluviosa, con el pueblo entero congregado en la Plaza Mayor. Arrecia el aguacero sobre el movible techo de paraguas, la multitud de pie levita a escasos centímetros del piso. French y Beruti son los únicos con los pies en la tierra, se desplazan entre los patriotas suspendidos en el aire, repartiendo escarapelas. Hay un clamor general frente al Cabildo: "¡El pueblo quiere saber de lo que se trata!"
  No hay respuesta, las puertas siguen obstinadamente cerradas, guardando celosamente el secreto de las deliberaciones. Finalmente sale un vocero que pregona un bando: oficialmente se declara constituido el primer gobierno patrio. Uno a uno salen los integrantes de la Primera Junta al balcón, como marineros que se alinean en la borda de un barco: caras nuevas, desconocidas, a quienes habrá que amar.
  La revolución ha triunfado, el pueblo explota en hurras. Desde el fondo de los tiempos sopla un viento nuevo, trayendo la alada palabra: ¡Libertad...!

 

 

 


                                      XXXVIII

 

                                      CARTA

 

  Señor Canciller, señor Embajador de la hermana república de Chile, señores diplomáticos, señores:
 Se ha requerido mi opinión en la ronda de consultas jurídicas que mantienen las dos naciones respecto de un conflicto limítrofe más que centenario, doy fe, relativo al canal del Beagle.
  Mi opinión, luego de maduras reflexiones, ponderando los diversos matices y dificultades que ofrece la cuestión, en resumidas cuentas, es la siguiente. No retiraré esto que voy a decir:       

     
Me cago en el principio bioceánico.

   Si por una mala interpretación, lectura capciosa o adiábasis, se oscureciese la inteligencia de este dictamen, remítanse las actuaciones al Tribunal Internacional de La Haya. 
 
Sin otro particular, les saluda atentamente

                                                   Laurent de Gavoty
                                                   Cónsul honorario en Buenos Aires
                                                   por Saint Kitts-Nevis Anguilla

 


                                         XXXIX

 

                          LA ESCALERA DE LA LUNA

 

  He aquí mi visión: un parque nocturno con glorietas como nidos de amor donde una joven descalza deja sus huellas: es el Zappeion de Atenas. Por todas partes vuelan hojas muertas, cuyas nervaduras finas como telarañas tensa un borde de oro. Yo he venido a este lugar de  ensueños llamado por la luna, pálido caballero vestido de terciopelo negro. Y al tiempo que lejanas campanas daban la medianoche, una escalera de luna se presentó ante mí en el claro del parque. Y yo subí los peldaños  cubiertos por hojas de telaraña y oro, cada vez más alto, hasta que desapareció el mundo, y sólo el espacio y las estrellas me rodearon.
  Y en el silencio de la noche sólo mi alma cantaba.
  Y las hojas caían como los recuerdos...

 



                                     EXILIOS


                                          XL

 

                      MORENO MURIO EN ALTA MAR...

 

Moreno murió en alta mar

mientras escribía, ajeno

al encenderse las páginas

bajo su pluma de fuego.

 

 

 

              XLI

 

Piano blanco donde faltan muchas teclas:

 

¿Recuerdas aún tu vieja melodía?

 

 

 

                                XLII

 

    FAETON O LA MORAL DE LOS PAJAROS

 

 

¡Dios mío! ¿Acaso me creéis un mar o una ballena

para encerrarme como en una prisión?

En mi oscuro arrobamiento, tenderé el vuelo

hacia los picos custodios de esplendores Himalayas...

 

-Pronto los grajos desgarran mi carne pecadora

alimentada en el vicio por eones de tinieblas:

"He aquí el ánfora estigia que apaga toda sed

¡obedece!" retumba la Voz de la Conciencia Inferior.

 

"¡Oh estulto! Cuando El en edad te ha visto

viril, maravillosamente hizo sonar tu nombre

por toda la tierra ¿Qué más otorgó a Josué?"

 

-Y desciendo, omnipotente en la luz tantálica

arropado en la niebla de divinos tartamudeos

       - ¡Alejado, alejado por siempre del socorro humano!...

 

 

 

                   XLIII

 

                                  SAN ARBORIO

                                  (Lamentación)

 

   ¡Ay años preso en cárcel vegetal! ¡Ay multitud de espinas! Robinson forzado, es mi carne rayada por mil hilitos rojos la que así sangra. Como un árbol en medio del claro permanezco inmóvil, empapando la tierra. Martirio autoinfligido de permanecer así, día y noche, mientras sube o baja la marea de trinos.
   Buscando la soledad llegué hasta aquí un atardecer de verano por un sendero que cerraba detrás mío; debo haber amado este  sitio. Hoy el sol es un coágulo blanco en la piel del cielo y un aroma enervante llega desde el lejano mar: lanzas florales alinea la penitenciaría del bosque.

 

 

 

                                         XLIV

 

                                         PROFECÍA

 

                            Oíd la palabra intercluida en mi cuerpo,

                            que aunque no tengo derecho de llamarme

                            Profeta, plugo a Dios comunicarme el don huero

                            de la predicción, y es un espíritu de fuego

                            quien habla por mi boca: desde el campo

                            dividido en cuadrantes lunares se derivan

                            las religiones mayores en perpetuo movimiento:

                            Romania, España y la Germania ¡oh, cuántos

                                terrores!

                            Calámides, comatosis, un huso de Fúcares

                            en la Rotonda, él no será visto ni oído.

                            Morcego criminal, esputos santos en la Sinagoga.

                            Cuando la escritura tallada sobre el vidrio

                            sea descifrada, Cuatro Reyes ocuparán las

                                ventanas.

                            Entonces el que tuvo por padre al Langostino

                            saldrá del pozo anegado por el Cieno

                            a devorarlo todo: torres de betún, mástiles,

                            lagos de sangre desaguando el Paraíso.

                            Lloro por Capua, Módena, Bolonia,

                            Trieste, Fígari, Perusa, Bahía Blanca;

                            nunca se habrá visto mayor desolación.

                            Cerca de Sales, un pequeño Coadjutor pálido

                            entrega el paquete que no será devuelto.

                            Por 52º arderán las nubes un día sereno

                            el Gran Rabioso habiéndose marchado

                            volverá otra vez: roncarán las trompetas

                            anunciando junto con la Tempestad

                            los furiosos leones coronados;

                            el Pempotam teatro de batalla

                            por un Eclipse el Cielo obtenebrado

                            Marte en Sagitario, Saturno en Aries,

                            también Mercurio, Venus, Júpiter en Cáncer;

                            la Cristiandad habiendo capitulado

                            los demás serán esclavos, partirán entonces

                            con sus tabernáculos hacia Septentrión

                            donde volverán a fundarse las Tres Sectas

                            cumplido el Milenario, esto como un oráculo.

 

                             

                    LEGIS CANTIO CONTRA INEPTOS

                           CRITICOS HIJOS DE PUTA

                                      VALETUR.

 

 

                                       ***


 

 

 

           VERSOS PARA EL CONFESIONARIO

 




            MALAS COSTUMBRES


                                I

 

Invaden temprano mi ventana

las negras profundidades del paisaje

húmedas como pan con leche.

 

De pronto siento un mareo:

el cuarto se ha impregnado

con un fuerte olor a caballo.

 

Mi mente se nubla de pardos deseos

como un estibador borracho

entre pilas inmensas de fardos de cuero.

 

-¡Ya recuerdo!.. fue la víspera. La tarde

empezaba a teñir de sombras el bosque opaco.

Por todas partes la gente escapaba

 

Desapareciendo entre los huecos

para efectuar insípidos mandados.

Una india se me acercó. Vestía una minifalda

 

Que descubría sus bien torneados muslos.

En esa hora en que todo se confunde

-su pelo oscuro con el cielo- tomó mis manos

 

Y se amasó con ellas las nalgas,

sin que por eso tuviese que levantarse la falda,

tan corta era. "Cumpague, peñí -me dijo-

   amugue amay".

 

Luego me abrazó y me estampó un chupón

-que así debo llamarlo, pues no fue un beso-

con toda su fuerza sobre mi boca reseca.

 

Enseguida se fue. La gente pasaba cerca nuestro,

pero ya fuese a causa de la tiniebla creciente

o por lo rápido que fue todo, nadie reparó en

   nosotros.

 

                               II

 

Tiempo después supe que había asistido

a un rito milenario, hoy extinguido

con que se saludaban en el crepúsculo 


   los indios querandíes. 







          
         ¿A QUIEN LE INTERESA...?

 

 

¿A quién le interesa Chopin?

Un hombre que busca melodías

no ha sido todavía inspirado

por las Musas: que no aturda.

 

Tal, una pareja de amantes

solidarios y dispuestos

ensayan los puntos

que ayudan al placer.

 

-Pero, querido, esto

no es gracia, no es

delicadeza, apenas

es ausencia de fuego

 

(La sombra de lo femenino).

¡Refinamiento, tal vez,

irrisorio, para deslumbrar

temperamentos estúpidos!

 

-Yo adoro el sexo buñuelesco

y la primera provocación,

la excitación súbita y mal

reprimida, el rubor, los

 

Fallidos intentos

por salvar la dignidad,

los encantos de potranca, el

exhibicionismo escandaloso,

 

Los cauces insubordinados

por donde desborda

el deseo virgen, la falta

de "savoir faire", la lucha

 

Cuerpo a cuerpo,

el dominio lento

de los impulsos rivales

sobre un jergón de alpillera,

 

El triunfo categórico

y la pleitesía rendida

al orgullo afirmado

y seguro, los gemidos de placer,

 

La presión ofídica,

la asfixia, los extremos

inaceptables de humillación

física, las condiciones

 

Impuestas, las súplicas,

el regodeo moroso en beneficio

a una situación, las nalgas

amplias y suaves que son un cielo,

 

La ofrenda de saliva,

el frotamiento insolente,

la ola de dulzura,

la contención culpable,

 

Las eternidades brumosas

en sensación de meseta,

la inmovilidad de Buda,

la prisión de talones,

 

El agotamiento, los calambres,

los respiros, la conciencia

perfectamente lúcida,

la seguridad felina,

 

El antojo imperioso,

la reincidencia , las

veleidades  del deseo

satisfechas al instante,

 

El nuevo objeto,

la sensación virgen,

el perfecto ajustamiento

del cuerpo y el cosmos,

 

Los saltos frenéticos

sobre la carne escupida

e inerme, el embrutecimiento

creciente, el manejo a voluntad,

 

El enamoramiento usurpado

y absoluto,la tersura

inconcebible de una piel

embrujada, la huella

 

Imborrable sobre un alma,

los goces indecibles,

los espasmos irreprimibles,

el olvido inmaculado.

 

...................................................

 

...Delectación morosa

y calma en los recuerdos:

¡Tú sí suenas en mis oídos

como divina música!

 

 

 


        CANTAR DE LOS CANTARES


 

               Medianoche;

 

Todo en penumbras; tan solemne y quieto

que se han corrido todas las cortinas,

que se han parado todos los relojes

               de la noche.

 

Todo en siencio; tan perfecto y calmo

que se han callado incluso las esclusas

que se han dormido incluso los amantes

               en un coche.

 

Sale una estrella, y luce tan serena

que se refleja en todos los vitrales

que se dilata en todos los zanjones

               como un broche.

 

Sale mi sueño, y luce tan hermoso

que está más pálido que una princesa

que está más lívido que un hotentote

               y es de noche.

 

Va por la acera, y lleva tanta prisa,

que se han volado todos sus pudores

que se han perdido todos sus abrigos

               en la noche.

 

Va por la calle, y tiene tanto apuro

que no recuerda ya si está desnudo

que no repara ya si está vestido

               con derroche.

 

Coge un atajo, y por él se precipita

que se estremece de perder su ahínco

que desespera de alcanzar su presa

               a trasnoche.

 

Escoge un portal, y en él se parapeta

que está deseoso por saltarle encima

que está impaciente por caerle aleve

               sin reproche.

 

Pasa el fantasma, y se le gana el paso

que no es primero quien rengo camina

que no es segundo quien sano avanza

               a la noche.

 

Pasa el ánima; y se le roba el puesto

que es el momento de admirar las joyas

que es la hora de gozar las magias

               medianoche.

 

 

 


           APOLTRONAMIENTOS


He amado siempre las poltronas, yo sueño

con vagos tapices floreados de colores desvaídos

mi alma quisiera rodar sobre ellos entre mimos

como por rancios perfumes, las polillas.

 

Me gusta sobre todo la manera sumisa

en que se curvan los blandos almohadones

bajo mis asentaderas: lección de parábola feliz

para tramas inflexibles. Cuando los viejos arcos

 

Sus ángulos se comban, cuando el vetusto sofá

cede y se desinfla bajo el peso de la abuela,

crujen los secos maderos con una queja aguda

y es canto de violín para mi espera muda

 

Que tiembla y se enamora escondida en los rincones.

Los días frescos de verano, cuando el potente

ojo del sol envía un rayo indiscreto en busca

de intimidades por las rendijas oblicuas,

 

Bailan en el aire livianas motas de polvo.

Entonces sacudo con fuerza a mano abierta

los nobles espaldares, crece la danza aérea

y se torna más frenética; la lluvia de pelusa

 

Sin fin mientras amaina me siento admirado

a contemplar: en vano buscarías rastros en el piso.

Quisiera vivir siempre, siempre apoltronado

lo mismo que un notario o que un obispo;

 

Vería ante mí un futuro pleno de serenidades

sucesión de los días junto a mi ventana azul.

-Y en las noches de invierno, a solas, desvelado

palpar terciopelo bajo los dedos, en la oscuridad

   cómplice.

 



      FANTASIA HEROICA

 

¡Ox! Me asaltan sensaciones ferales

y nuevas en mi exofrénico

paroxismo conquistador realmente

no es posible insubordinar Oaxaca

 

Bajo el fuego de los xazmines

cuyos aromas exóticos marean

con negras visiones del Oxus

Xenofonte farragoso angélico.

 

Anorexia no tengo, ansias

exultan mis sentidos absueltos

por deleitables excesos

 

Como el unicornio exaltado

cuando reculaba Xélucha

humillaba la testa para la asfixia.

 

 

 


                     NORMA DE INCONDUCTA


       Un hombre en la vida debe cumplir tres cometidos:

 

       Plagiar un libro.

       Violar una mujer.

       Matar un perro.

 



                                     CUERO

 


Mediodía bochornoso. Claudia se baja ansiosa el jean mostrando su bien formado culo al caballo. Lo encara. Lo toma del cabestro con manos firmes y bajándole la cabeza le mete el hocico entre sus perfumados cachetes de potra. Hay un bufido ronco, un resoplido de resistencia sin éxito entre los muslos increíblemente tersos pero firmes

.......................................................................................................

(Confidencial)

Sr. Jurado de Pedigree:

El día de la exposición rural se vio al padrillo pampeano cansado y sin ánimo, como si lo hubiese montado un jinete cruel hasta agotarlo. Creemos que esto se relaciona con ciertos disturbios en los haras en que se oyeron relinchos y coces en las puertas, según el cuidador. La Asociación de Criadores de Caballos ha tomado cartas en el asunto, y promete una investigación

 

Robo de animales: El Juzgado en lo Penal Nº 2 de Ayacucho ofrece recompensa de $1000 a quien informe sobre la persona cuya descripción sigue:

Edad: 17 años

Raza: India

Cabello: Rubio

Medidas: 89-60-92

Vestimenta: Anda desnuda, a excepción de un chaleco de ladrón, tanga y lazo

Otras señas: Es analfabeta

.......................................................................................................

Imperdonablemente sobaba el viejo tubo gastado sin fin se estiraba oscura deforme cuadrada rapada monstruosa cabeza negra surgiendo hinchada a través del tramo extensible del prepucio colgante pesado eréctil segmento lerdo más largo que un jeme desenrollándose como manguera ante la turbia mirada inexpresiva del flete con implulsos protomasturbatorios bestialmente ansiosos     

.......................................................................................................

 


                             LIMBO

 

 

Ahí está otra vez el santo varón prosternado

en el Sancta Sanctorum donde nadie entra

semejante a un ángel en un huevo celeste

pidiendo perdón por los pecados del pueblo...

De tanto orar en esa posición sus rodillas

se han endurecido como las de un camello...

 

 

 


AMANTES DE LA BOCA

 

                   Plaza Colombia, 5 de la tarde

 

Bajo los árboles negros,

calor...

Incontables torrecillas

contra el cielo violeta.

 

Ojos de oro oscuro

en un rostro con pecas,

falda escocesa

viene a mi encuentro:

 

-Nadie en la iglesia

-dice- podemos entrar.

Mano con mano

desfilamos por las arcadas

 

Lúgubre y frío

corredor en sombras

ante la vitrificada

pupila de Dios.

 

Llegamos frente al altar.

-¿Deseas ser mi esposa?

-Más que al invierno la nieve.

¿Y tú mi marido?

 

-Más que a la noche el rocío.

Un beso sonó

en el ámbito grave

confirmando el pacto.

 

Ligero el ánimo

-siete años- salimos.

No supe más de ella.

Amiga, a veces pienso...

¿aún tienes mi anillo?

 

 

 

 

RECUERDOS DE UN MONAGUILLO


El padre Mateo se tomaba el vino

santo en la Eucaristía, vaciando el cáliz

hasta las heces; acabada la misa

el sacristán marchaba al hipódromo.

 

Aún me parece sentir el sopor

interminable de los kirieleison

mientras sube la cortina de aire

ondulante desde el pebetero

 

Haciendo bailar la túnica dorada

de Monseñor, frente al iconostasio.

Oscuros óleos pueblan las arcadas

con asuntos crueles o espías.

 

Detrás -intervalo sin tregua-

parapetados en recinto prohibido

cruzamos por sobre el altar

un tiroteo de panes bendecidos.

 

 

 

 

        MUJER SIN NOMBRE

            

                                      I

 

Una paseante descalza por la calle oscara, el viernes

por la noche. Lo vi desde la ventanilla del colectivo.

Le cabellera sucia de lluvia le caía sobre la frente.

Los pechos turgentes y firmes bajo la blusa anudada

 

Mostrando la cintura. Un ajustadísimo jean desgarrado

a modo de short, de donde colgaban suaves pelechos de

    hilo,

casi reventaba la raya dejando al aire sus perfumados

cachetes de potra, un culo verdaderamente soberbio.

 

Medias sombrías, sombras de muslos, y la impresión

del peligro rondando en la acera, si por azar

la policía descubre la infracción al edicto.

Una indolencia indecible asomaba con todo en el roce

 

O caricia de la seda a cada paso. Su caminar provocativo

era lento, deliberado, y en esa cautela de fiera

se adivinaba desbocado un salvajismo a flor de piel.

No he vuelto a sentir la proximidad del pecado

 

Con la violencia de aquella ocasión. El coche siguió

    veloz;

yo apenas la vii sentí un segando sobre mi su turbadora

mirada y volvió a engallirla la gran entraña hedionda.

"Oh niña perdida, muchacha de algún pobre conventillo

 

Lanzada al fango de la calle ¿A dónde te diriges?

Tus padres debieron morir, y al despertar de nuevo

en la mañana gris no te reconociste, abandonada

en el lecho de algán triste asilo decrépito.

 

Allí, grupos nostálgicos vagando entre verdes brisas

y ausentes meriendas bajo nubes amarillas llegaran a tas

   días;

allí, blancos rostros ajenos te persiguieran cual lobos

congestionados por el odio mamífero a lo nuevo.

 

¡Los porteros! Antiguos Adanes distraídos y cincuentonas

   Evas

madrileñas, enfermas de várices, eternamente baldeando

el desolado patio angosto de parterres mezquinos.

¡Las comidas! Un agua turbia en que nadaban escasos

   fideos...

 

                                      II

 

¿Qué fue tu vida entonces sino un negro sueño?

¿Cómo huyó el rubor de tus mejillas tempranas

dando paso a una palidez morada? La nieve

de tu frente ¿No se fundió en una amarillez tísica?

 

Y el temblor de tu ilusión, cortado brutalmente

y tus vagos anhelos muertos... Debiste, sin embargo,

edificarte un mundo, una jaula azul con sus oeéanos,

sus islas encantadas y sus continentes, pompa sutil

 

Donde encerrar tu inocencia. Desde entonces, nada viste

sino lo que tu carne ganaba en fragancia, nada oíste

sino el canto sáfico de tu hermosura. Pasabas

jugando a descubrir nuevos encantos las horas vacías:

 

Hondo el hoyuelo bajo el tobillo al estirar tus pies,

lánguida, entre dóciles pliegues de sábanas de holanda;

rezando devota al pie de la cama (contra el piso

contornos preciosos) al rayo de sol que entra por la

    persiana

 

-¡Oh! ¡Un brillo de durazno danza sobre tas rodillas!

El aire de agosto estremece una brizna de alondra

y las nubes cardan la lana de todo un invierno:

sólo tú conservas vivo el verano en tu piel mate.

 

Firme, pareces la estatua incólume de la Equidad

-¡Es cargante, cómo esos imbéciles te espían escondidos

y mohosos tras los vanos cual momias en sus nichos

cada vez que sales al patio a soñar despierta!

 

-¡La clara de sus ojos ya parece un huevo amarillento

y podrido! ¡Sus dedos curtidos por los años son ásperos

como la corteza oscura de los dátiles de Arabia!

-¡Y cómo contrastan con la tersura inconcebible de tu

    piel!

-Ellos te bautizaron otra vez con los nombres fervientes

con que de noche invocaban a sus fantasmas recónditos

hasta que sus ecos moldearon el deseo de tu alma

y borraron la memoria de tu antiguo nombre.

 

Mara, Norma, Isabel, Paula, Judith.., cien otros

talismanes sonoros pronunciados en voz baja

cuyo embrujo te sumía en larga meditación

imponiendo a tus ojos un aura de misterio.

 

Alma templada en la forja de viejos suplicios,

carne que se redoma en su propio tormento.

Piel de sain, fresca piel, palpada con incredulidad

noches pasadas, por la mano que sólo supo del vellón.

 

Forman a doble fila los giles en el patio...

Pasas en medio de ellos, subida a tacos altos...

Te miran con ojos de besugo, inmóviles,

babeante la boca abierta, como Tántalo

 

Impotentes para aplacar la sed que los devora...

Hombres de sal, que no saben de la lluvia

mojando sus labios.., taconeas, y tu falda

arrastra sus almas como un papel.

 

                                     III

 

Te atrae el imán de los espejos,

conjura la delicia su agua mágica.

Mujer de Sodoma, toda eres curvas

para aquietar el pájaro prisionero

 

 Que se apura y desespera por cantar

en la tumba complaciente de tu carne.

Prepárate al asalto, no resistas

la impaciencia que te lanza a la calle.

 

                                      IV

 

Todo está en sombras... la víctima

acaba de pasar trastabillando... es fácil

enlazar esa silueta vacilante con tus brazos

persuasivos, arrinconarla contra un portal oscuro.

 

Caen tus ropas.., las manos torpes

no tienen opción, son esclavas de tus nalgas...

te has montado encima del pelele

que te aguanta con dificultad, bufando.

 

La hiniesta es domada por los fuegos primaverales

que suben por tus piernas hasta la comba del vientre.

Si a la blanca cintura arrollado pende un cíngulo

para marcar la curva tersa de la rotunda cadera

 

Violenta cabellera se derrama como llama negra

en el éxtasis de la adoración; así comienza la carnada.

Es una lucha desigual, un antiguo cuadro

de matadero: la víbora que devora a su presa.

 

Se han afirmado las piernas lentas y seguras

sobre el caído, suben los pechos altos como lunas,

no hay salvación: entregarás tu vida

con toda la leche y el último aliento.

 

                                        V

 

Qué dirán los que miran la luna

cuando salgas a orar en la terraza

qué cuentos irán a murmurar los serenos

cuando andes a hurtadillas en la noche

 

El cielo mira con mil ojos de luz

a la desnuda muchacha azul

perdida en las calles, olvidada

de todo cuanto se conoce, hogar,

 

Familia, amigos -excepto el amor.

Las casas la ven pasar, absorta

como sonámbula que sufre

y busca su lugar entre nosotros.

 

 

 


     EL ROBO A VENUS


      Venus guarda inquina al héroe que le robó el cíngulo

      con que mantiene a los amantes encantados...

 

 

 

      EL CONVALESCIENTE


Tranvía verde y largo por el campo

avanza a reglamento entre las vacas

hasta la estación de la frutilla rusa;

madama lo ve serena desde la ventana

mientras plancha en lo alto del mesón

camisas, su cerebro liso como huevo;

y llegan nuevas de la gran ciudad

es el primo que viene por una semana

a sanar los pulmones; para las mozas

de buenos cachetes, guarda al pellizco.

 

 

 


                   ORACION

 

Eternamente tocando la lira en una nube

están los santos, aquellos que se fueron;

perpetuamente viviendo en una cúpula

están los pecadores, bebiendo té cargado;

sus pelos caen sobre la taza y los vestidos

negros por un luto abstracto y riguroso;

dramas de las almas que nadie mira

absortos como estamos en ganar dinero

y fornicar tupido; y en cuanto suene la hora

desnudos, nos iremos donde lleve el sino.

 

 

 


            EPITAFIO BLASFEMO



El cielo es hermoso, pero yo no lo acepto;

el mar es sereno, pero yo lo niego;

árboles, sombra fresca tendrán, allá ellos.

 

La rosa perfuma, mas yo estoy resfriado;

el pájaro canta, mas yo no lo escucho;

es tibio tu cuerpo, pero me deja frío.

 

Dios es inmenso, y a mí qué me importa;

Dios da esperanza, a mí no me toca;

Dios es amor, yo escupo con odio.